26 de Agosto 2004

El tiempo no espera a nadie.

relojes_Dali.jpg


Imagínate que existiese un banco que cada mañana abonara en tu cuenta la cantidad de 86.400 Euros. Ese extraño banco, al mismo tiempo, no arrastraría tu saldo de un día para otro: cada noche borraría de tu cuenta el saldo que no has gastado.... ¿Que harías? Imagino que retirar todos los días la cantidad que no has gastado, ¿no? Pues bien: ese Banco existe, y cada uno de nosotros lo tenemos: su nombre es Tiempo.

Cada mañana, ese banco abona en tu cuenta personal 86.400 segundos. Cada noche ese banco borra de tu cuenta y da como perdida cualquier cantidad de ese saldo que no hayas invertido en algo provechoso. Ese banco no arrastra saldos de un día a otro; no permite transferencias. Cada día te abre una nueva cuenta; cada noche elimina los saldos del día. Si no usas tu saldo durante el día, tú eres el que pierdes. No puedes dar marcha atrás. No existen cargos a cuenta del ingreso de mañana: debes vivir el presente con el saldo de hoy.

Por tanto, un buen consejo es que debes invertir tu tiempo de tal manera, que consigas lo mejor en salud, felicidad y éxito. El reloj sigue su marcha... consigue lo máximo en el día.

Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que repitió curso...
Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a un bebe prematuro...
Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario.
Para entender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan para encontrarse...
Para entender el valor de un minuto, pregúntale al viajero que perdió el tren...
Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que estuvo a punto de tener un accidente...
Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale al deportista que gano una medalla de plata en las olimpiadas.

Atesora cada momento que vivas; y ese tesoro tendrá mucho más valor si lo compartes con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu tiempo... y recuerda que el tiempo no espera por nadie.

Una canción: dedicada a mi querida Beich, que esta pasando una especie de crisis de los 21, y a José, porque si. Wish you were here, Incubus.

Escrito por susana a las 12:51 AM | ¿Alguien quiere decir algo? (3)

23 de Agosto 2004

¿Crees en los vampiros?

vampiro.bmp


Nunca había estado en ese bar. La primera sensación era oscuridad. Todo estaba demasiado oscuro, incluido el personal. Los que a mi entender eran raros de narices, vestían de negro. De los pies a la cabeza. Pantalón largo negro, camiseta de grupo heavy negra, sin olvidar las melenas… digamos que ondeando al ritmo infernal marcado por alguna canción, que todos parecían conocer, excepto yo. Teniendo en cuenta que yo iba de blanco, (mal momento para elegir el conjunto ibicenco) noté como de repente, todas las miradas se dirigían a mi. Era la nueva, la intrusa en un mundo que sólo es de unos pocos, aunque se de buena tinta que muchos se empeñan en acceder.

Yo personalmente, estaba allí de casualidad, con dos amigas. No quería invadir el terreno de nadie. Es más, yo no tenía pulseras de cuero (negro, muy original) con pinchos, ni crucifijos, ni tatuajes, ni siquiera un pendiente en el ombligo. Aunque me declarara invasora, no lograría colonizar ni un taburete. Así que decidí ir a la barra a por una Heineken. Las niñas buenas también beben cerveza, y algunas, en un acto de atrevimiento total, directamente del botellín. No creo que me viera mi madre.

Hacía siglos que no quedaba con ellas, y habían quedado con unos “amigos”. Cuando tus dos amigas, se han citado con dos amigos, en un bar como este, rezas por que lleven a un tercer amigo, porque si no, te ves obligada a sujetar las velas, o como dicen últimamente, a comerte los mocos. Yo bebía y bailaba mi baile ya conocido como “standard” y llegué a plantearme seriamente si debía relajar mi mente y poner el estado off. Cuerpo presente, mente ocupada en qué hacer el resto de la noche.

Lo bueno de ese bar, cosa que me costó reconocer, es que estaba lleno de buena gente. No puedo evitar citarte, compañero de pensamientos: a veces, los peores antros a las peores horas están llenos de la mejor gente. Y así era. Aunque yo fuera literalmente de primera comunión, rodeada de “hombres de negro” no me sentía mal. No estaba tan a gusto como en mi Fraggle, todo hay que decirlo, pero en cierta manera, me sentía bien. Y no eran las cervezas, ni aquel chupito de tequila que nos invitó un desconocido. Recuerdo que el pobre se esforzaba en saber si esa música me gustaba o no. Yo creo que se notaba en mi cara.

Mientras mis amigas bailaban el baile del taburete, baile que yo desconozco por completo, empecé a hablar con un chico de esos oscuros. Tras un breve análisis, llegue a la conclusión de que era normal, incluso parecía interesante. Milagrosamente, él era el tercero de los amigos. No sabría como definirle correctamente, pero si digo que será eternamente joven, no voy nada desencaminada. Unos ojos preciosos, llenos de secretos, y una mirada que nunca antes había conocido. ¿Tú crees en los vampiros? Una vez soñé con uno, y aquella noche, me dio la sensación de que el tercero de los amigos, era como el vampiro de mi sueño. A lo mejor es él, cosa que a estas alturas no me extrañaría. Ya casi nada me sorprende. Aunque pensándolo mejor, no creo que se lo pregunte, supongo que su contestación rompería todo el encanto, y es que aquella noche aprendí que hay cosas que se dicen sin hablar.


Una canción: Losing my religion, R.E.M.

Escrito por susana a las 6:44 PM | ¿Alguien quiere decir algo? (4)