6 de Agosto 2004

Una noche de verano.

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Una noche de verano, junto al mar, bajo la luz de la luna, se que te encantan. Como nunca te he visto, supongo que buscaría tu mirada, y no al barquito que ilumina levemente el horizonte. Esta noche, está llena de brisa, arena, y olor a Mediterráneo. Me encanta oler el mar. Su perfume es único, y probablemente, no podría vivir sin él. Pasear por la orilla. Sentir el frescor del agua en los pies. Sólo lo he hecho de día, nunca tuve ocasión, así que esta noche, ya tiene algo más para merecer un sitio en la memoria. Me cuentas tus historias, y yo, las mías. Seguro que en alguna impresión coincidimos. El cielo es azul oscuro.

Esta noche de verano, junto al mar, bajo la luz de la luna, te la regalo a ti. Porque sí, porque me apetece, y porque somos amigos. ¿Sabes? No tiene ruidos, ni prisas, ni llamadas al móvil que se atrevan a romper la tranquilidad. Tampoco chiringuitos llenos de turistas. La costa se ve desde lejos. El ir y venir de las olas. El haz de luz que proviene del faro, atraviesa las nubes, y guía a los que regresan a tu playa. El tiempo decide detenerse. Hay una barca varada.

Imagina esta noche de verano, junto al mar, bajo la luz de la luna, y no la olvides nunca. Todo en ella es orden, el mar está en calma. No existen los problemas. Mirar al infinito, descubrir una estrella, y recordar las ya conocidas. Siempre me gustó pensar en el universo. Todo adquiere su sentido. Puede que encuentres una caracola, o puede que el mar te susurre un consejo. Hay que saber escuchar, y tú eres un experto. Amanece. Las gaviotas vuelven a faenar. El sol vuelve a resurgir. Esta noche ha terminado, pero permanecerá siempre en tu recuerdo. El cielo es color naranja.



Una canción: Love me tender, Elvis Presley.

Escrito por susana a las 3:46 PM | ¿Alguien quiere decir algo? (4)

2 de Agosto 2004

La nueva caperucita.

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El otro día, comentaba con un amigo, lo difícil que está eso de las primeras citas. Para mí, una primera cita, o quizás una segunda cita ideal, sería una exposición, una tetería con un agradable paseo, o quizás una buena obra de teatro. Una de mis pasiones, junto con el cine de calidad. Pero claro, ¿Quién quiere hacer esto? De repente, se hizo el silencio. ¿Dónde está el romanticismo? Se perdió por el camino… o lo expulsamos hacia un eterno exilio.

El pobre (que de pobre no tiene nada, porque vale mucho) me comentaba, que si invitaba a una muchacha al teatro, o la acompañaba (que no sacar, porque las mujeres de hoy en día nos sacamos de paseo nosotras solas) a una actividad cultural, perdería el interés por él, considerando que tenía el típico perfil del buen amigo. Te quiero, mucho, pero como amigo. Sin embargo, supongo que si le metía la lengua hasta la campanilla (y no te ofendas, amigo mío) la chica quedaría impresionada sobre sus dotes amatorias, y sin dudarlo ni un solo instante, concertaría una nueva cita, en la que continuar las labores que quedaran pendientes.

¿Es como funcionan ahora las cosas? Básicamente: chico conoce a chica, quedan para dar una vuelta, si hay tema, volverán a quedar, y si no lo hay, pues ambos desaparecen sin dejar rastro. ¿Qué episodio de todo esto me he perdido? Deberían de hacer un especial de Barrio Sésamo, para las personas torpes como yo. Aunque, la verdad, me niego a creer que si no me toca el culo, no le intereso. O a lo mejor es éso lo que pasa, y ando un poco despistada. No quiero convertirme en una caperucita, aguantando a lobos feroces, que me devoren cada noche. Virgencita, que me quede como estoy.

Una amiga mía siempre me decía: Susana, siempre esperando a tu príncipe azul. ¿No te das cuenta de que no existen? Debe ser que los secuestraron a todos, y los metieron en una cueva en la Conchinchina. Muy de vez en cuando, sueltan a uno, para que se case con tu mejor amiga, pero claro, estamos en las mismas. Eso sí, los lobos feroces andan todos sueltos, esperando a las caperucitas, y planeando primeras citas, nada culturales. Aunque muchas veces no logro distinguir si el lobo feroz es él o ella.

"Quiero volar, lejos de aquí escapar.
Dime, mi bien, quién me llorará
si me dan alas y echo a volar.
Quiero dormir, no quiero despertar,
quiero ser la lluvia al otro lado del cristal,
quizás alguien me espere en la oscuridad".


Una canción: Caperucita, Ismael Serrano.

Escrito por susana a las 8:56 PM | ¿Alguien quiere decir algo? (4)

1 de Agosto 2004

Nunca me gustaron las despedidas.

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Nunca me gustaron las despedidas. Sobre todo, si son para siempre. La tristeza nace del sentimiento amargo de saber que nunca volveréis a veros. Los dos lo sabéis, pero nadie dice nada para animar al otro. No dejas instrucciones sobre qué hacer en tu ausencia, y él no cae en el pequeño detalle de que la despedida es en ese momento. No es dentro de un rato ni mañana, si no ahora. Todo lo que tengas que decirle, díselo antes del más falso de los “hasta luego”, porque no habrá otro momento. Y te recomiendo que no pierdas los papeles, porque a estas alturas, no merece la pena. Aunque él trate de parecer sereno, superior y lleno de una recién adquirida madurez, su mirada no transmitirá nada. Ni odio ni maldad, solo indiferencia, que es el peor de los desprecios.

Tras salir del coche, los primeros pasos que das en el nuevo mundo que comienza tras la despedida, te saben amargos. Aún con ese sentimiento entremezclado con la rabia y la culpabilidad, te sientes fuerte. La debilidad vendrá después, al asumir todo lo que ya no váis a compartir, y comprender que nada era como pensabas. Por supuesto que le echas de menos. Demasiado. Mentalmente, recorres todos sus defectos. Pero por desgracia, pronto afloran los recuerdos, los malos y los buenos, las risas, la complicidad. Sientes por primera vez el miedo a la soledad.

Aunque quites todas sus fotos, arrincones en lo más oscuro de tu memoria vuestra canción, y te refugies en tu almohada, lo vas a ver en tus sueños. Va a estar allí, aunque en la despedida le juraste que nunca volvería a saber de tus besos. Y lo mas seguro, es que llores. Yo lloré dormida más de una noche.19 días y 500 noches, es una verdad como un templo. Qué grande es Sabina, y que indefensa te sientes sin él. Un abrazo se convierte en el mayor de los tesoros, y lo de que hay muchos peces en el mar, el disco rayado que todos cantan.

Estrellas fugaces surcan el firmamento, y pides un deseo: superarlo a tiempo. No echarle de menos, continuar tu camino, y coincidir con otros viajeros. La vida es eso, un viaje a través de los años. No te quedes parada, aún queda mucho por andar. Pero ese nuevo paso que das con la mochila llena de lágrimas, miedo y una improvisada coraza de acero, es el más importante de todos. No estás sola. Nunca lo has estado, y nunca lo estarás. Pronto descubrirás que ha salido el sol, y que un nuevo día ha nacido en tu nuevo mundo, que también es el nuestro.


Una canción: 19 días y 500 noches, Joaquín Sabina.

Escrito por susana a las 5:41 PM | ¿Alguien quiere decir algo? (5)