12 de Junio 2005

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

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He aquí mi particular homenaje a Pablo Neruda. Probablemente sea el único poeta que ha logrado que compre un libro suyo, concretamente el de Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Siempre compramos libros nuevos, o por lo menos yo, y justo eso es lo que siento cada vez que releo su libro. ¡Estoy leyendo un libro nuevo! Pasan los años, conoces personas, lugares, dejas al borde del camino recuerdos, vivencias, y el poema, mágicamente, se transforma, se vuelve vigente, adquiere un nuevo sentido, aunque como en este caso, sea de 1929. Uno de mis poemas favoritos, y más significativos: Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Escrito por susana a las 5:57 PM | ¿Alguien quiere decir algo? (8)

11 de Junio 2005

Mi alma.

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Echo de menos los momentos en los que sabía que él me iba a besar. Justo en ese brevísimo conjunto de segundos, en el que por fin las palabras dejarían paso a lo evidente, el tiempo se me hace eterno. Me olvido de todo, de mis problemas, de mis inquietudes, incluso del reloj. Me paso la vida controlando el tiempo desde mi muñeca, y es que casi siempre, llego tarde. Aquella noche, no iba a ser menos.

No llevas reloj?
Para qué, si tengo el móvil?
Por ejemplo, para saber que hora es….
Las dos y media.
-Miro el reloj- Son las tres, se hace tarde, mañana tengo que estudiar.
Olvídate del dichoso reloj, dámelo.
No puedo.
¿Por qué?
No lo sé, solo sé que no podría vivir sin él.
¿Por qué?
No lo sé, supongo que es una mala costumbre eso de controlar el reloj.
Dámelo.
No puedo.
Dámelo…

Me costó aguantar la mirada. Tanto, que acabé mirando hacia otro lado, típico en mí. Dicen que la mirada es el espejo del alma, y yo creo que lo que me pasa es que tengo miedo a mostrarla. Pero el volvió a buscarla, y en este nuevo asalto, la aguanté.

-Si te doy el reloj, te estoy dando lo único propio que tengo, que es el tiempo. Esta noche te he mostrado mi alma.– Te cambio el reloj por un beso.

Escrito por susana a las 6:59 PM | ¿Alguien quiere decir algo? (3)