Diario de una teleñeca.
Bienvenido al Diario de una Teleñeca!!
Me encanta contar las cosas que van pasando en mi entorno. De pequeña queria ser escritora, y ésta es una muy buena oportunidad. No dudes en dejar tu opinión al respecto, y volver por aquí cuando quieras.
25 de Mayo 2004
Son Sueños

Tengo ganas de llegar a casa. Dejar mi mente el blanco y disfrutar del silencio. Silencio. Que preciosa palabra. Seguramente llegaré sobre las 10. Es una buena hora, la de la ducha y la cena. Si el café en la playa era el mejor momento de la semana, la ducha tras una larga jornada es el mejor momento del día. Que ganas tengo. Desconectar de todo, no conocer a nadie, y relajarme. Eso es lo que necesito, relajarme. Estos días estan resultando un poco más estresantes de lo normal. Planificaciones de estudio, con horas contadas para cada asignatura, Junio está cada vez más presente. Planes que casi nunca cumplo, pero cuya función resulta vital : auto-convencerme de que aun me queda tiempo para preparar el temario con opciones. Claro que en los planes, siempre olvido una cosa fundamental: la vida social. Las salidas y las entradas están supuestamente vetadas. Supuestamente, claro.
Cerrar los ojos, y respirar profundamente. Eso es lo que quiero en este momento. Perder de vista los ordenadores, las promax, los analizadores lógicos, los buses... aun me quedan más de dos horas. No es que me queje, porque eso es lo que me gusta, pero me gustaría que el tiempo parara por un instante, que el laboratorio se quedara en silencio y se respirara aire no cargado. Mirar al techo y no ver las lámparas de tubos fluorescentes, si no el pausado vuelo de las nubes. Mirar al frente y no ver la puerta del siguiente laboratorio, si no el horizonte. En pocas palabras: escapar de aquí aunque solo sea un segundo.
Los demás trabajan a su bola total, y yo en cierta manera también estoy a la mía, pero solo consigo pensar en mi huida. Tengo sueño, estoy cansada, y lo peor de todo: se nota. Abro la carpeta y observo el primer folio: "planificación semana nº1". Estudio, comida, estudio, merienda, estudio, cena, estudio. Menuda paliza. Hasta el 30 de junio, es lo que hay. Eso si, 7 horas de descanso nocturno obligadas, en las que mi mente se permite el lujo de soñar. Soñar que todavía estas a mi lado o simplemente que los exámenes han acabado. Soñar que soy un poquito más libre y que el día tiene 25 horas, para así poder soñar 8. Menos mal que solo me quedan un par de horas. Hasta entonces, intentaré soñar despierta.
Una canción: Son Sueños (El Canto del Loco).
24 de Mayo 2004
Aprenda Ruso en 15 días.
Todo en esta vida tiene un manual. Existen libros de instrucciones para cualquier aparato, ya sea una cafetera, el programa de lavado de un jersey o los pasos para montar el coche que siempre toca en los huevos kinder. Cuando llegué a la carrera, hubiera matado por el manual del osciloscopio, y cuando lo encontré, casi se me saltan las lágrimas. Luego comprobé que estaba en inglés, y entonces sí que empecé a llorar. Una vez tuve la ocasión de ojear el manual del buen soldado. Ese sí que es un bueno. Manuales burro que te dicen paso a paso, lo que tienes y no tienes que hacer. Por ejemplo, indica perfectamente que las pastillas para el fuego no son comestibles, y que si mojas las cerillas, con mucha probabilidad, no podrás encenderlas. Eso sí, deja un hilo de esperanza, por si acaso el soldado rubio, alto y guapo del anuncio de televisión, se encontrara en un grave apuro, en el que tuviera que encender un enorme fuego para salvar a la humanidad, y en un cúmulo de mala suerte
las cerillas estuvieran mojadas.
Paseando por la sección de libros de idiomas de Fnac, hay uno que me llama poderosamente la atención: Como aprender ruso en 15 días. Por favor, quien logre aprender ruso en tres meses, que me lo diga, que le doy un gallifante, y el que lo consiga en quince días, que me lo demuestre, que no me lo creo. Yo entiendo que si hay manuales para todo, se quiera innovar en los temas a tratar, pero de ahí a engañar al personal
Mejor que aprender ruso, unas instrucciones mucho más apasionantes son las del vídeo. En la vida me podría imaginar que grabar la peli del telecinco, eso sí, sin auncios, fuera tan complicado. Miles de pasos, y con un lenguaje para mi gusto un tanto pesimista: sin fue capaz de llegar hasta el paso ocho, no se preocupe, que aún le quedan veinticuatro más. Ni que decir tiene, que si la película se graba, es porque estaba de Dios, no por los ingenieros de Sony.
Las etiquetas de los champús son mis favoritas. Una lectura muy entretenida, os la recomiendo. El modo de empleo es siempre el mismo, pero ellos te lo recuerdan por si acaso se te olvida como se lavaba el pelo. Quiero creer que esas cosas nunca se olvidan, pero seguro que si lo escriben será porque más de un despistado anda suelto. Ya no se que pensar, la verdad. Por si acaso, esta noche las voy a repasar. O a lo mejor me pongo con el curso de ruso. De aquí a quince días, aún mas internacional.
Una canción: Saldo Cero (Tontxu).
23 de Mayo 2004
Tardes de domingo.

Resulta curioso, como las personas damos más prioridad a unas cosas y menos a otras. Parece que estamos demasiado ocupados y no apreciamos realmente los pequeños detalles de la vida. Las cosas que hacen que la vida merezca la pena, como puede ser oler una flor, descubrir la luna llena, inmensa en la noche, o el sabor de un zumo recién exprimido. Y es que el mundo va muy deprisa. La vida en general va tan deprisa, que es difícil parar y mirar con cierta calma alrededor.
El domingo es quizás el día mas propicio para hacer eso, despertarnos tarde y leer el periódico con tranquilidad, mientras untamos la mantequilla sobre las tostadas. Con diferencia, el mejor momento de la semana. Sin prisas por llegar a clase, sin estrés por haber perdido el autobús y tener que ir andando. Las tardes de domingo, tienen un encanto especial. Los enamorados pasean por las calles, y los niños juegan al fútbol en las plazas. Las teterías hacen su particular agosto mientras los mas cinéfilos aprovechan para ver el último estreno.
Lo que a mi me gusta hacer en las tardes de domingo, es ir al paseo marítimo y tomar café en algún chiringuito. Mayo es un buen mes, apenas hay turistas que conviertan mi particular paraíso en un infierno de sombrillas y neveras. La playa huele a playa y estar en la orilla se convierte en una mezcla de infinitas sensaciones. Arena mojada, brisa del mar, el sonido del romper de las olas. Nunca he ido sola; soy de ese tipo de personas que es incapaz de comer o ir al cine sin compañía. Y entre nosotros: hace mucho que no voy. Mis tardes de domingo se están convirtiendo en una especie de ponte al día en apuntes y fotocopias. Quizás le he quitado, sin darme cuenta, prioridad a mi paraíso, para dársela a la rutina.
Desde mi terraza, observo el mar, y me dan ganas de bajar a por el café. Pero no he quedado con nadie, ni lo voy a hacer, seguro que todos están igual de atareados. ¿Y si voy sola? No se si atreverme. ¿Qué puede pasar? Para escuchar al mar, no necesito a nadie, solo cerrar los ojos y sentir sus palabras. Para tomar el café en la playa, solo necesito eso: el café y la playa. Creo que está decidido. Esta tarde de domingo, va a tener también su encanto. Voy a por mi café en la playa, que mañana es lunes, y el mundo empieza a correr.
Una canción: Vértigo (Ismael Serrano)